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martes, 25 de noviembre de 2014

VED, HERMANOS, LA HUMILDAD DE DIOS Y DERRAMAD ANTE ÉL VUESTROS CORAZONES

CELEBRANDO EL MISTERIO DE LA EUCARISTÍA (Fray Raniero Cantalamessa)
La Eucaristía hace la Iglesia, haciendo de la Iglesia una Eucaristía. La Palabra de Dios se hace sacramentalmente carne en el acontecimiento Eucarístico. La Eucaristía nos ayuda a entender la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura, a su vez, ilumina y explica el misterio Eucarístico. En efecto, sin el reconocimiento de la presencia real del Señor en la Eucaristía, la comprensión de la Escritura queda incompleta. El cristiano no puede limitarse a celebrar la Eucaristía, debe ser Eucaristía con-Jesús.
El apóstol San Juan, NO relata en su evangelio la institución de la Eucaristía, en lugar de esto pone el lavamiento de pies, porque quiere poner de relieve la consecuencia de la Eucaristía, EL SERVICIO. Con el episodio del lavatorio de los pies Juan pone de relieve El amor agapao (agape) El amor de la caridad, el amor que no espera nada en retorno. El amor abnegado y sacrificado. No hay Eucaristía donde no se viva la espiritualidad del lavatorio de los pies, ni haya compromiso en el amor agape.
Nada ofrece al que se complace solamente en saber lo que hizo El y no lo lleva a la práctica. Nuestra vida consiste en obrar, y no en saber (cfr. 1 Jn. 3, 18). Este gozo de Cristo (cfr. Jn. 15, 11) está condicionado a la realización cristiana del servicio incondicional al hermano. Si yo sólo me limito a estar presente en la Eucaristía, porque reconozco que es un precepto que debo cumplir, pero al salir de la celebración digo que ya cumplí con Dios, porque además de ir participé del coro, y ahí termina mi actividad comunitaria y personal, no estoy viviendo la Eucaristía, que tiene su total expresión en el servicio a los demás.
Al recibir a Cristo, lo recibimos todo entero: su cuerpo, su sangre, su alma, su divinidad y su humanidad. Nos hace participar de cuanto piensa y siente, nos comunica sus virtudes, pero sobre todo «enciende en nosotros, el fuego que vino a traer a la tierra» (Lc 12,49), fuego de amor, de caridad. En esto consiste la transformación que la Eucaristía produce en quienes hacemos comunión con El…

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